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El poder de las compras públicas


Los incendios forestales, y en particular el debate sobre la adquisición de aeronaves como el SuperTanker o el “Luchín”, brindan la oportunidad de ampliar la discusión, desde el punto de vista de potenciar las industrias vinculadas a ciertos sectores económicos, en este caso, el forestal maderero. Un programa de compras públicas, diseñado estratégicamente en torno a este fin, podría traer grandes beneficios.


No es nuevo que programas de compras militares, tales como la adquisición de los F-16 norteamericanos por ejemplo, consideren planes de transferencia tecnológica y de conocimiento, como parte de una determinada adquisición. De esta forma, si dentro de nuestros commodities el sector forestal maderero ocupa un lugar preponderante en Chile, la pregunta que cabría realizar entonces es: ¿por qué no levantar una licitación pública internacional, donde se invite a grandes consorcios mundiales a venir a Chile, para desarrollar tecnología de punta en torno, por ejemplo, a la extinción de incendios forestales?


Esto podría replicarse a varios sectores económicos con potencial en Chile. Por mencionar otro ejemplo, en el sector salud tenemos la capacidad para transformar a nuestro país en un proveedor de servicios telemédicos de vanguardia, en ámbitos tales como imagenología, telenefrología u otros. Tenemos el capital humano para hacerlo, y también el equipamiento (recordemos por ejemplo la llegada del supercomputador a Concepción). ¿Difícil por nuestra ubicación geográfica? Para nada; hoy en torno al 70% de las imágenes que se utilizan en imagenología en Estados Unidos, son procesadas en India, ¿por qué no desde Chile?


Todo lo anterior requiere, como toda apuesta, que como Estado seamos capaces de aumentar nuestros niveles de inversión. En este sentido, ya a inicios del 2016 la OCDE, de la cual tan orgullosamente Chile forma parte, recomendaba menos austeridad y más inversión pública para evitar la llegada de otra crisis, indicando que los estímulos monetarios de los bancos mundiales no eran suficientes. No es necesario ahondar en lo que ha vivido Europa en torno a este tema.


Ejemplos hay en todo el mundo; acá uno que se conecta con nuestra realidad. Hace algunos meses, la comuna de Penco recibió una particular donación desde Japón. Se trataba de equipamiento médico (catres clínicos, etc.), el cual sería dado de baja porque un hospital (de menos de 5 años), debía ser demolido para construir una autopista, renovando todos los equipos. Acá se evidencia como esta potencia asiática busca dinamizar su economía, por medio de ese poder que sólo los Estados tienen: las compras públicas. Con esta renovación, parte de la industria nipona: constructoras, fabricantes de scanners, y por cierto de catres clínicos como los recibidos por Penco, se ponen en movimiento, trayendo con ello crecimiento.


Chile, como país en vías de desarrollo, no puede darse el lujo de obrar como Japón. No obstante, a través de programas de compras públicas estratégicamente desarrollados, es posible generar contratos tecnológicos internacionales, que nos permitan crecer en áreas con alto potencial, como lo está haciendo la Corfo en el norte con el programa estratégico de energía solar, que busca posicionar a Chile a la vanguardia en este ámbito. Lo propio se puede realizar en otras áreas tales como salud, minería, y por cierto, el área forestal maderera, donde siendo potencia mundial en la materia, a través de apropiados contratos tecnológicos, se podría llegar a desarrollar el día de mañana un SuperTanker o un Luchín; desde Chile para el mundo.


Eso sí, esto no se logra con programas de 100 ó 200 millones de pesos, sino más bien con contratos tecnológicos que vayan desde los US$5 millones en adelante, acompañando inversiones desde los US$150 millones hacia arriba (como el cuestionado 3er dique por ejemplo). Para ello se requiere primero, voluntad política y un cambio de mentalidad. Hay que pensar en grande, dejando de implorar por más camiones aljibe, abogando mejor por más embalses; dejando de suplicar por un par de estaciones más de Biotrén, y luchar por un tren rápido Concepción-Santiago, de la mano de contratos de transferencia que nos permitan aumentar nuestro desarrollo tecnológico. O invertimos proactivamente en nuestro crecimiento ahora, a través de programas de compras públicas estratégicas, o seguimos gastando reactivamente lo mismo o más en reconstruir, cada par de años, un nuevo “Santa Olga” después de cada catástrofe.

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