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Capital Social, clave para el desarrollo de Biobío


Esto del “capital social” se ha venido instalando paulatinamente en el colectivo regional, lo que por cierto es muy bueno. Ahora bien, pareciera ser éste un concepto nuevo; sin embargo, hay investigadores, como el distinguido académico de la Universidad de Chile, Profesor Carlos Vignolo, o el influyente cientista político norteamericano de origen japonés, Dr. Francis Fukuyama, que durante décadas han estudiado el capital social, como la clave para el desarrollo de las naciones.


Existen múltiples definiciones sobre capital social, aunque pensando en nuestra región, tal vez la más apropiada es aquella que indica que el pilar fundamental para alcanzar el desarrollo de algún territorio, radica en la forma en la cual las organizaciones se conectan entre ellas. Dicho de otra forma, la construcción de capital social, no es más que el fortalecimiento del trabajo colaborativo e interdisciplinario, y esto se logra aumentando nuestros niveles de confianza.


En esto los rankings no nos favorecen, pues dentro de la OCDE estamos en el último lugar del ranking “Levels of Trust”, con unos de los niveles de confianza interempresarial y personal más bajos del mundo. Y no se trata en particular de los casos de colusión escuchados hoy en día, sino más bien de esa acción cotidiana, esa en la que miramos con recelo y desconfianza al de al lado.


No todos los países que han alcanzado el desarrollo, lo han hecho por ser ricos en recursos naturales, o por ser más listos (la inteligencia se distribuye normal). Lo han hecho, porque comprendieron que los ecosistemas creativos e innovadores, donde nacen los productos y servicios con mayor valor agregado, son aquellos altamente heterogéneos y sobre todo tolerantes.


Las creaciones más increíbles han nacido de la mano del trabajo colaborativo. Un ejemplo conocido es aquel tuvo lugar en Boston, una de las ciudades más cosmopolitas del planeta, en donde un músico, un informático y un diseñador, fueron capaces de trabajar codo a codo, para desarrollar la mundialmente famosa “Guitar Hero”. Esto es capital social; es tolerancia, es colaboración, es cooperación… es confianza.


No en vano Cohen y Fields, ya el año 1999, destacaban en su artículo “Social Capital and Capital Gains in Silicon Valley”, que la meca de la innovación y el emprendimiento dinámico en el mundo, Silicon Valley, no había alcanzado tal condición por su infraestructura, o por sus recursos económicos, sino más bien por su gran capital social.


Biobío debe enfrentar hoy los desafíos que trae la “IV Revolución Tecnológica”, en donde los avances en mecatrónica, manufactura avanzada, e Internet de las Cosas, permitirán ofrecer productos y servicios, desde y hacia cualquier lugar del mundo. Para ello, si bien la infraestructura y los recursos económicos son importantes, el principal ingrediente que necesitamos es simplemente más capital social, y es en su construcción, en donde todos debemos aportar.

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