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Equidad y Planificación Urbana


Al pensar en países como China, y caricaturizarlos respecto a obreros que trabajan por un plato de arroz al día, cuesta imaginar que Chile pudiera estar peor, al menos en términos de desigualdad. Pues bien, de acuerdo al Índice de Gini, Chile posee el triste récord de estar entre los 14 países más desiguales del mundo, mientras que bastante mejor China está rankeado 27.


Es justamente China, quien ha avanzado de manera importante en la disminución de sus niveles de desigualdad, a través de significativas inversiones en desarrollo urbano. En aquel país, vivir en el norte es sinónimo de “buena suerte”, motivo por el cual mucha de la inversión privada (inmobiliaria por ejemplo), se ha concentrado en el norte de sus ciudades. Así, buscando minimizar la segregación geográfica, el Estado se ha encargado de invertir precisamente en el sur. Haciendo el símil con Chile, equivaldría a decir que de aquí en adelante el Estado se hará cargo de construir parques, ciclovías, etc., exclusivamente en los sectores vulnerables del país, invitando al privado a invertir en aquellos sectores más acomodados.


Un segundo ejemplo, tendiente también a aminorar la desigualdad a través de soluciones urbanísticas, pasa por distribuir equitativamente en las comunas de Chile, la construcción de equipamiento no deseado (vertederos, centrales de generación de energía, etc.). Actualmente, el grueso de estas construcciones no deseadas, se ubica en las comunas más pobres del país. En este sentido, los países desarrollados no sólo compensan a aquellas ciudades que sirven de “patio trasero”, sino que además se preocupan de que dichos equipamientos sean construidos ecuánimemente en todas sus ciudades. En Chile, una medida así correspondería a establecer que todas las comunas del país, sin distingo alguno, destinen un porcentaje de sus planes reguladores para la construcción de este equipamiento no deseado. De esta forma, una vez detectada la necesidad (por ejemplo un vertedero), todas las comunas que técnicamente cumplan ingresen a un sorteo, para que aleatoriamente se le asigne este tipo de proyectos a una de las comunas sorteadas, independiente de su condición socioeconómica. Hoy por ejemplo, tenemos comunas pobres que viven con hasta cuatro centrales termoeléctricas, mientras otras, igualmente vulnerables, poseen vertederos que reciben la basura de toda una provincia.


Para avanzar en la disminución de la desigualdad en Chile, es vital debatir sobre el sueldo mínimo, salud y jubilación dignas, y por supuesto educación de calidad para todos. Sin embargo, también es posible salir de los top 14 de la desigualdad en el mundo, a través de soluciones urbanísticas, ya sea invirtiendo fuertemente en mejorar los barrios más vulnerables, o distribuyendo entre todas las comunas chilenas, sin sesgo socioeconómico, aquellos equipamientos que nadie quiere, pero que todos necesitamos.


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